Por este empecinamiento del corazón
en hacerse horizonte por completo:
nosotros, que hemos participado en los grandes acontecimeintos históricos,
que hemos ayudado en lo construido
aún con un poco de tristeza,
digamos casi mucha.
Guardamos
toda nuestra radiante alegría
para lo que construiremos
cuando el pueblo llegue.
Podemos caer abatidos
por las balas más crueles
y siempre tenemos sucesor:
el niño que estremece las hambres consteladas
agitando feroz su primer verso.
O el otro, el de la disyuntiva,
que no sabe si hacerse flechero de nubes
o escudero del viento.
Jamás la canción tuvo punto final.
Siempre deja una brecha, una rendija,
algo así, como un hilito que sale,
donde el poeta venidero pueda
ir halando, ir halando, ir halando,
halando hasta el mañana.
Nosotros, los poetas del pueblo,
cantamos por mil años y más...
1 comentario:
Gracias por este poema
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